03-12-2012

EL MAR BRAVÍO

Un hombre de mar se acerca a la orilla para ver el qué hacer del día a día,
para ver si se viste o no con su negro terno de neopreno.
Esta es su forma de relacionarse, su forma de hacer política con ese gran océano tan impredecible y misterioso.
Es quizás la mar el signo onírico de la vida, naturaleza y ser, el signo poético de nuestros anhelos.
Es ahí, en ese lugar, en esa inmensidad donde las metáforas toman realidad
porque representa la vida de muchas vidas.
Por eso el mar está bravío después de la tormenta,
el oleaje lo dice más allá de la tendida, que es un espejismo para los buzos que equivocan sus pronósticos. Sin embargo, los buzos se arriesgan cuando se introducen a la mar,
cuando bucean a resueño buscando el preciado producto. 
Pero, cuando la mar está como taza de leche, cuando está muerta todo es más fácil,
la mar entrega todos sus rincones a disposición.
Yo siempre he preferido el mar bravío,
el desempeño,
es ahí cuando el buzo aprende de los momentos más difíciles.
Cuando el mar está bravío es cuando el buzo necesita de las algas para afirmarse entregadamente a toda corriente que lo quiera maltratar.

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