No Tendría Que Escribir

De los días que pasaron mi alma ya se encuentra rota como las manos de aquellos incesantes trabajadores en minas clandestinas. Rota se encuentra de una muerte dulce y prolongada como quién dice de aquel que disfrutó su muerte, pero, el dolor agrio, como su vomito antes de cerrar sus ojos, atormentó el tiempo de su muerte. Que no le dejó tranquilo eso si que es aceptable, que no le dejó caminar eso si que aburre, que no le dejó ver eso si que es mortal, pero, lenta, suave, lúcida y maravillosamente cerró sus ojos para no volver más y caminar por pasajes que yo no te puedo decir. Tienes que morir y luego me cuentas, porque yo aún no ansió ver esa luz, esa vía, ese corredor y todos mis recuerdos pasados como si con mi muerte estuviese configurando mi febril historia de vacilantes momentos ¡No, aún no lo apetezco! Si quieres lo haces por mí y cuentas tú travesía, quizás te encuentres en un mundo mejor que éste porque como dicen aquellos rumores de esquina nos vamos rápidamente al negro hoyo de la esclavitud. Ahora es solo el imaginario, aunque eso ya es bastante, pero mañana será tú vida.

Cansa pensar en la muerte y de lo que habrá por ahí. Cansa pensar en el futuro si no paramos todo este mundo. Cansa aburrirse de tanto pensar y encontrar sentido a tus milagrosos días. Cansa ver siempre lo mismo como si ya no corriera el tiempo y estuviese pegado como aquel CD que salta en mi imaginaria radio. Cansa cerrar los ojos, pero, me encanta dormir, ya que así puedo ver en mis sueños algo más entretenido que esta repetitiva vida. El soñar es algo agradable, pero no ese soñar de anhelar algo hasta que se te cumpliese, sino que ese soñar donde toda la monotonía se baila a sí misma sin reconocer su propia naturaleza e inventa hasta el sueño más imposible de imaginar.